Cuando le damos prioridad al diseño sobre función.
Empecemos con un término: la Puerta Norman, una puerta que se supone debe abrirse empujando pero tiene un manubrio de jalar, eso hace que cada vez que vas a abrir la puerta, la jalas y luego te das cuenta que hay que empujar. Cualquier puerta ambigua puede calificar.
Las Puertas Norman son objetos que han preferido el diseño por encima de la funcionalidad. Esta indiscreción genera puntos de fricción que hacen nuestro día a día menos amigable al subconsciente.
Las Puertas Norman no solo son objetos, pueden ser procedimientos, distribuciones de espacios. Siempre que encontremos un elemento que no funciona bien pero se ve bonito tenemos un buen indicador de que puede haber un problema. Requieren esfuerzo cognitivo por parte del usuario, contradiciendo la esencia misma del buen diseño, que según Norman, debería ser invisible e intuitivo. Cuando un diseño es efectivo, permite a los usuarios realizar tareas de manera fluida, sin tener que pensar demasiado en la interfaz o los pasos necesarios para completar una tarea.
El principio subyacente aquí se extiende mucho más allá de los objetos físicos como puertas e interruptores. Es un principio que se aplica a todos los aspectos de la vida, desde organizar tu día de trabajo hasta diseñar una interfaz digital o estructurar un proceso empresarial.

Ejemplo de Puerta Norman porque no abre para ambos lados, así que terminamos empujando, diciendo ugg y luego empujando, ambigüedad y estética por arriba de funcionalidad. ¡Nada Greb!

Este ejercito encontro una Puerta norman.
Se interrupió el flujo.
Hay ocaciones en la cual el diseño es más importante que la funcionalidad, las obras de arte, piezas arquitéctonicas y hasta la moda, pero usualmente con las cosas de nuestro día a día no queremos batallar diseños contra intuitivos. Esto como todas las otras estrategias es una herramienta.

Donald Arthur Norman (25 de diciembre de 1935) es un investigador, profesor y autor estadounidense. Norman es el director del Laboratorio de Diseño en la Universidad de California, San Diego. Es mejor conocido por sus libros sobre diseño, especialmente “La psicología de los objetos cotidianos”.

Cuando tenemos algo que es una Puerta Norman, el concepto de “flujo” se rompe. En Greb, la idea es que los sistemas, rutinas y diseños deben trabajar con nosotros, no en contra de nosotros. Deben ser intuitivos, lógicos y fluidos. La falta de fluidez y lógica en los diseños, procesos y sistemas es lo que yo, y posiblemente tú, encuentro profundamente frustrante. Pero al mismo tiempo, también es lo que hace que nuestra búsqueda de flujos de trabajo optimizados sea tan emocionante. Es una aventura, un desafío continuo de encontrar cuellos de botella, redundancias y Puertas Norman en nuestras vidas, y luego descubrir cómo hacer que funcionen mejor.
Mecanismos
contrainuitivos
Me encanta este término porque nos permite, en un ambiente, ponerle la etiqueta de Puerta Norman a las cosas que no están cumpliendo con diseño, utilidad y, lo más importante, flujo. Siento que la metáfora de estas puertas mal diseñadas se expande a muchos aspectos de nuestras vidas, y contabilizar cuántas Puertas Norman tengo que lidiar en mi día a día es un indicador de las interrupciones frustrantes en nuestro flujo diario.
En los procesos, se van acumulando estas inconveniencias y la entropía hace que, con el tiempo, se conviertan en grandes pérdidas de tiempo, rompiendo el flujo en las tareas.
Los productos como este mouse de Apple también pueden sufrir de tener propiedades de Puerta Norman. Por años, los clientes se han quejado de que no se puede usar el mouse mientras carga. Aquí se priorizó el diseño por encima de la función. Cada caso es diferente, pero esto hace que este dispositivo sea menos Greb.